Cuando nacemos, empezamos a explorar el mundo a través de nuestros sentidos; con el tiempo aprendemos a socializar, integrarnos al mundo, jugando con otros niños. Así, el aprendizaje del idioma en cada pueblo y nación, es de manera empírica: sin libros de texto ni planes de estudio, aprendemos a hablar porque escuchamos e imitamos.
El juego y la imitación son el inicio de un camino que nos despierta a la vida, y tristemente, se va perdiendo con el paso del tiempo y la madurez…salvo en ciertos lugares, muy especiales, como el escenario. Por esta razón, al jugar, escuchar, imitar, es más fácil y divertido aprender cualquier cosa, más si se trata de un idioma nuevo para el niño, como el inglés.
Las instituciones tradicionales se ven en el dilema de enseñar esta lengua por medio de libros, vídeos y grabaciones de voces que aspiran a sonar como una conversación cotidiana; no obstante, como muestran estudios de la UNESCO en 2005, los niños que aprenden realizando actividades lúdicas, no necesariamente formales, mantienen en mayor porcentaje la información y conocimientos que se les transmiten y no solo eso, sino que los vuelven aprendizajes significativos, vinculados a su vida real, y por lo tanto, útiles para la misma.
El juego con reglas y estructura, como todo buen juego, es un medio muy valioso para que niños, adolescentes y adultos tengan la oportunidad de aprender en un ambiente donde se sientan libres y en confianza, por eso es tan importante en la enseñanza del inglés. No es coincidencia, como algunos autores señalan, que en inglés la palabra “Play” sirve igual como vocablo para la acción de“actuar” y la de “jugar”.
Por esto, el juego es una pieza clave en los cursos de nuestra escuela, en la certeza de que, por medio de las actividades lúdicas y dinámicas, nuestros niños y niñas tendrán grandes experiencias, se sentirán felices y plenos en tanto asimilan el idioma inglés de la misma manera en la que aprendieron su lengua nativa: jugando y explorando.